martes, 22 de abril de 2014

3er año. GEOGRAFÍA.

Planificación anual 3er año: Geografía
Prof: Quevedo Daniela.
La conformación del espacio geográfico argentino en relación con el mundo y su situación actual

1. La constitución de un territorio nacional y estatal de carácter asimétrico y desigual. Dos modelos de desarrollo/acumulación que organizan la sociedad

Núcleos sintéticos
- Territorio precolonial, colonial y nacional.
- Sustento territorial argentino: forma, posición y extensión. Límites y fronteras
-Casos especiales de soberanía
-El estado y su forma de gobierno
- División política y regionalizaciones.

2. La construcción social de los ambientes (relación pasado/presente). Asimetrías y desigualdades intra e interregionales.

Núcleos sintéticos
- La base natural de la Argentina: tipos de relieves. Tiempo y clima. Variedades climáticas.
- Hidrografía. Cuencas y usos del agua.
-Paisajes y ambientes naturales. 
-Relaciones sociedad-naturaleza: problemáticas ambientales nacionales. Caso Papelera Botnia.
-Áreas protegidas, reservas y Parques Nacionales.
- Problemáticas naturales y la vulnerabilidad social.
-Recursos Naturales. Tipos, fases  y usos. La geopolítica de los recursos estratégicos. 
- Circuitos productivos  y actividades económicas.

3. Hegemonía neoliberal y transformaciones geográficas en la Argentina, y su inserción en el mundo.

Núcleos sintéticos 
- Modelo agroexportador. Organización de la producción nacional según demanda externa.
- El interior y su relación con el modelo.
- Rol del estado. Transformaciones sociales. Urbanización. Inmigración en Bs. As.
- Sustitución de importaciones y consecuencias. Crisis1929. Espacios opacados y dinámicos. Nuevo rol del estado. Limites del modelo.
- etapa de hegemonía financiera. Neoliberalismo en la dictadura y en la democracia.
- crisis 2001 y consecuencias.
-actividades económicas actuales. Agroindustrias.

4. Población y sistema urbano Argentino.

Núcleos sintéticos
-  Etapas de poblamiento. Características de la población. Censos. Estructura. Composición. Pirámides.
- Migración. Refugiados.
- Distribución de la población. Urbana y rural.
- Sistema urbano, características. Amba.
- Empleo, pobreza y calidad de vida. Indicadores. Movimientos sociales.

 5. El problema de los bienes comunes de la Tierra, y la privatización de los recursos en la Argentina.
Núcleos sintéticos
-Argentina y economía mundo actual. Globalización. MERCOSUR. Entes y bloques internacionales.
-  Los recursos naturales como bienes de toda la humanidad.

- Problemáticas mundiales en relación a los recursos: alimentos transgénicos, el agua potable. La escasez de los hidrocarburos.


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UNIDAD 1:

Organización del gobierno argentino
-http://escritoriodocentes.educ.ar/datos/organizacion-del-gobierno-de-la-argentina.html

Proceso de organización del territorio nacional
https://www.youtube.com/watch?v=3O-SM7RZxD8
http://contenidosdigitales.ulp.edu.ar/exe/geo1/los_pases_son_construcciones_histricas.html

CONFORMACIO´N DEL TERRITORIO NACIONAL
http://geografias.encuentro.gov.ar/circuitos.php?id_circuito=3

- Tratado Antártico. PARA VER EL VIDEO HAGO CLIC EN ESTE LINK:

http://escritoriodocentes.educ.ar/datos/tratado_antartico.html

http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=50741&referente=docentes

recursos:
http://escritoriodocentes.educ.ar/datos/geografia.html

LIMITES, VIDEO_http://contenidosdigitales.ulp.edu.ar/exe/geo1/_la_organizacin_del_pas.html
http://contenidosdigitales.ulp.edu.ar/exe/geo1/lmites_y_fronteras.html













lunes, 21 de abril de 2014

2do AÑO GEOGRAFÍA

Plan anual 2do año Geografía
Prof: Quevedo Daniela


Unidad 1: Imágenes del mundo y el uso de los mapas. Conquista y Colonización.  América, extenso continente de contrastes 
Las concepciones sobre la forma de la tierra, la biodiversidad cultural y natural. Los elementos de la “imaginación geográfica” organizando determinados tipos de “conciencia espacial”.
Las discusiones de la época en torno a la forma de la Tierra y el modo de concebir el mundo por el europeo del siglo XVI: las distintas hipótesis científicas y el eurocentrismo (Conflicto de valores y creencias / Similitud y Diferencia).
Posición geográfica. Límites. Extensión. Criterios de división regional.
División política. Los países. Conflictos y tensiones.

Unidad 2. Para la unidad II: ambiente y recursos en América Latina
 Los paisajes. El relieve. Los climas. Las aguas superficiales y sus aprovechamientos. Los recursos naturales. La biodiversidad del espacio geográfico latinoamericano y algunos rasgos históricos de su valorización y apropiación. La relación sociedad naturaleza en el presente.

Unidad 3 La población, trabajo y condiciones de vida.
Poblamiento americano, antes de 1942 y después. Territorio colonial. Diversidad cultural. Desigualdades. La transición demográfica. Calidad de vida. Migraciones. Mercados de trabajo. Pobreza. IDH.

Unidad 4: La inserción de América Latina en la economía-mundo contemporánea.
 Países productores de manufacturas y países latinoamericanos productores de materias primas. La monoproducción e intercambio desigual con el resto del mundo como un modo de relación entre el centro y la periferia del sistema mundial que favorece la dependencia y el subdesarrollo económico y tecnológico de la región. Actividades agrarias., industriales, comerciales y economías terciarizadas.
La riqueza del suelo, de los bosques, del subsuelo y de los mares. El sector industrial. Consecuencias ambientales de algunas actividades económicas. Urbanización. Metrópolis americanas. Las transformaciones actuales en las condiciones y los modos actuales de habitar la ciudad: La inclusión / exclusión social, la segregación socio-espacial. Aislamiento social de los pobres urbanos y el amurallamiento de la elite. (Conflicto – Acuerdo / Conflicto de valores y creencias / Interrelación – Comunicación / Identidad – Alteridad / Poder).
 Las actividades de extracción, transformación y servicios (actividades primarias, secundarias y terciarias). La actividad extractiva minera y agropecuaria como atributos históricos que caracterizan la región y su relación con el resto del mundo: a) los problemas ambientales, la falta de legislación o su incumplimiento y el saqueo de los recursos b) los problemas sociales derivados, la pobreza rural y urbana c) las empresas transnacionales como sujetos activos del proceso d) la responsabilidad del Estado durante el actual proceso de liberalización de los mercados.

Unidad 5: Estados y territorios americanos.
Estados centralizados y descentralizados. Las democracias en América. Relaciones internacionales. Naciones unidas. OEA.  El mapa político de América Latina, sus distintas formas de organización política en estados nacionales y otras formas políticas en función de sus adscripciones a distintos tratados de libre comercio. La situación de las colonias, dependencias, territorios usurpados y bloqueos comerciales efectuados por potencias extra-regionales (por ejemplo, el caso de las Islas
Malvinas y el de Cuba) y otras situaciones de restricción de soberanía y autonomía nacionales (por ejemplo, Puerto Rico).
1-EE.UU. Y Canadá.
2- México.
3-America Central y el CARIBE.
4-America andina.
5- Brasil.
6- Cono sur.

Unidad 6. Globalización y bloques regionales. Geopolítica de los recursos estratégicos y movimientos sociales de base territorial. MERCOSUR  y la integración latinoamericana.
Globalización. Bloques regionales. Los propósitos y finalidades económico-políticas que fundamentaron su conformación ante la hegemonía de los grandes bloques hegemónicos del planeta. Diferencias y similitudes entre los principales bloques latinoamericanos (MERCOSUR, CAN) las situaciones de asimetría existentes entre ellos y los bloques que han integrado países latinoamericanos junto a otros países hegemónicos (por ejemplo, NAFTA y ALCA con relación a EE.UU.). La evolución del comercio entre los socios mayores, Argentina y Brasil, y las transformaciones físicas producidas (puentes, corredores bioceánicos, hidrovías, rutas, lugares de trasbordo). Los cambios en las áreas de frontera de países miembros de bloques (por ejemplo, entre EE.UU. y México o bien, entre Argentina y Brasil).
UNASUR. Iniciativa IIRSA
El carácter estratégico de los recursos: agua, gas y petróleo y la necesidad de nuevas fuentes energéticas planetarias.
Otras escalas de la Geografía Política y el Poder: los movimientos sociales como nuevos sujetos de la política y el territorio (indigenismo, campesinos y desocupados).
Movimientos sociales y territorios: El surgimiento de movimientos sociales (indígenas, campesinos y desocupados) como nuevos sujetos socio-políticos que desafían la colonialidad del poder y construyen nuevos lazos sociales en ellos y sus territorios.



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unidad 1:

Imágenes del mundo y el uso de los mapas:

-ver vídeo haciendo clic en este link:
https://www.youtube.com/watch?v=pC4MwdqYeCI

http://imaginario.org.ar/imago/euromap2.htm

- mapas antiguos
http://imaginario.org.ar/imago/imagos.htm






1ER AÑO. CIENCIAS SOCIALES

Plan anual  1er año. Ciencias sociales
Prof. Quevedo Daniela

Unidad 1. Sociedad, espacio geográfico y naturaleza.
Paisajes naturales y transformados por la acción del hombre.
Relación sociedad-naturaleza y la construcción de ambientes. Concepto de espacio geográfico.

Unidad 2. Diferentes formas de representación del espacio geográfico. 
Forma de la Tierra. Orientación. Paralelos y meridianos. Coordenadas geográficas: latitud y longitud. Localización absoluta y localización relativa. Las escalas. Los mapas y sus contenidos.

Unidad 3Los ambientes: componentes y estructura. Las 4 esferas del planeta.
a) Diversas formas del relieve. Teoría de las placas de la corteza terrestre.  Procesos endógenos y exógenos. Formación y tipos de relieve emergido y sumergido. Principales relieves del mundo.
b) Climas y biomas. Diferentes variedades climáticas  El clima y el tiempo. Elementos meteorológicos. Factores geográficos del clima. Cambios climáticos .Los biomas. Distintos tipos de biomas. Los climas (calidos, fríos, templados).
c) Aguas marinas y continentales. a) Corrientes marinas y mareas. Los mares y las actividades humanas b) Los ríos. Características generales .Su utilidad. Los ríos y su aprovechamiento. Ciclo del agua.
 
Unidad 4. . Dinámica ambiental y sus problemáticas.
a) Dinámica ambiental  y recursos
Relación sociedad - naturaleza. Clasificación de recursos. Tipos de usos según ambientes. Diversidad ambiental.
b) Problemáticas ambientales a diferentes escalas y las propuestas para un desarrollo sustentable.
Cambio climático global. Disminución de la capa de ozono .Lluvia ácida. Escasez de agua dulce. Pérdida de la biodiversidad. Contaminación del aire, agua y suelo .Aumento de la desertificación. Catástrofes, desastres y fenómenos naturales. Vulnerabilidad. Propuestas para un desarrollo sustentable.

Unidad 5.Población en el mundo y procesos económicos.
a) La población: dinámica, estructura, pirámides.  Distribución  geográfica Modelos demográficos en los países desarrollados y subdesarrollados. Movilidad territorial. Migraciones, causas, tipos.
b)  Calidad de vida;  indicadores demográficos y económicos, censos.
c) Delimitación de lo urbano y lo rural. Población urbana y rural.
d) El proceso de urbanización. Megaciudades. Megalópolis. Funciones urbana. Usos del espacio urbano .Red urbana, usos del suelo principales.
e) El espacio rural. El hombre y los recursos. Usos del suelo
f) Actividades económicas. Categorías laborales y actores económicos principales. Organismos internacionales y bloques económicos., Economía global.

Unidad 6. Primeras sociedades humanas, la historia a través del tiempo. Prehistoria:
a) La Historia: pasado y memoria ¿Qué conoce la Historia? Cambios y continuidades, periodización, fuentes.
b) prehistoria, orígenes de la humanidad, hominización. Edad de piedra a edad de los metales, paleolítica, mesolítica, neolítica, nomadismo, sedentarismo. America en la prehistoria.


 Unidad 7: Edad clásica.
a) Nacimiento de la escritura, surgimiento de ciudades, innovaciones y aumentos demográficos, complejidad de la sociedades, relación espacio y asentamiento humano.
b) Cercano oriente; asianicos, semitas, indoeuropeos.
c) Egipto; el Nilo, organización y evolución política, social, religiosa, arte.
d) Mesopotamia, condiciones geográficas, de ciudades a imperios, semitas: acadios, asirios, babilónicos.
e) Fenicios y palestinos, comercio, escritura. Hebreos, diáspora.
f) Griegos, evolución de aldeas a polis. Esparta y Atenas. Monarquías, aristocracias, tiranías y democracia. Guerras medicas, Peloponeso, ligas. Macedonia, Alejandro magno. Helenismo. Legado griego a la cultura occidental.
G)  Roma, de monarquía a imperio romano. Etapas, instituciones romanas, cristianismo, decadencia y división. Modo de producción esclavista.
h) centros urbano en America: mayas, aztecas e incas: organización social, económica y  política.

Unidad 8. Edad media

A) Occidente: reinos germánicos: francos, ostrogodos, visigodos, en Oriente; Roma bizancia. El Islam, mahoma, la guerra santa. Modo de producción feudal, origen y características. El poder de la iglesia en el medioevo. Transformaciones económicas, políticas, culturales. Las Cruzadas .El renacer de las ciudades. La Monarquía Nacional y los Estados Modernos.
CONCEPTO DE ESPACIO GEOGRÁFICO

domingo, 20 de abril de 2014

6to año. Unidad 1-corrientes de pensamiento en geografía

Programa anual                                 

Materia: Geografía 
Año: Sexto 
Profesora: Quevedo Daniela.

Problemáticas geográficas contemporáneas 

Fundamentación: 

Considerando la perspectiva abordada en los años anteriores, en geografía de 6° año, se abordará la geografía social, considerada una ciencia social que estudia las relaciones  que se establecen entre la sociedad y la naturaleza, construidas en el tiempo. El espacio geográfico tiene múltiples dimensiones de análisis, escalas, que pasan por lo local, lo regional, lo nacional e internacional y hasta lo global, las cuales operan de manera interdependiente en un complejo proceso de lucha entre los diferentes grupos de poder a diferentes escalas, influyendo en los conflictos a otras escalas. 
Es objetivo del estudio de esta ciencia en la escuela el desarrollo de herramientas conceptuales y procedimentales para alcanzar una comprensión crítica y reflexiva de la realidad de un territorio específico en un momento dado. 
Se debe proponer al alumno actividades, lecturas, y materiales para favorecer la problematización acerca de situaciones que presenten conflictos de intereses entre los actores sociales intervinientes buscando favorecer una mayor comprensión y análisis de la realidad, la construcción de elementos de reflexión sobre esta y la experiencia que el alumno tenga de ella. 
El conocimiento de las diferentes corrientes de la geografía y el método de investigación específico de la misma son de imperiosa necesidad a la hora de considerar los núcleos de problemas geográficos, que en consonancia con los requerimientos del diseño curricular, se pretenden para el desarrollo del curso.  Para el abordaje de los mismos, se propone una dinámica de tipo seminario-taller en la cual se construye, en simultáneo con el estudio del pensamiento y metodología de la ciencia geográfica, un objeto de investigación escolar. 
Para dotar de la flexibilidad necesaria al presente programa se organizarán los contenidos en ejes temáticos a desarrollar de la forma antes mencionada. 

Objetivos: 

-Comprender a los espacios geográficos como un conjunto interrelacionado de dimensiones económicas, políticas y socioculturales a partir de problemáticas  geográficas actuales. 
-Comprender los procesos de diferenciación y desigualdad social y espacial, de acuerdo con la existencia de diversas relaciones sociales originadas en necesidades e intereses económicos, culturales y políticos contrapuestos. 
-Articular fenómenos geográficos que se manifiestan en diferentes áreas o regiones.  
-Fomentar el trabajo en clase, de modo grupal e individual, referido a determinados casos, situaciones y/o problemas que impliquen el análisis y la crítica de diversas fuentes y puntos de vista. 
-Enunciar con precisión el problema que investigarán y definen sus objetivos, así como la recopilación de la información necesaria, el reconocimiento de diferentes marcos teóricos y los métodos más adecuados para su investigación. 

Contenidos de la materia: Se basarán en tres ejes 

Eje temático 1: Corrientes Geográficas Contemporáneas 
El estudio de los principales paradigmas de la geografía actual como las geografías radicales, las humanistas y las posmodernas a partir de su corpus teórico. Su aproximación a los antecedentes de los mismos y sus diferentes puntos de vista del problema geográfico considerado. 

Eje temático 2: La metodología en la investigación geográfica (escolar) 
Se abordarán principalmente los siguientes aspectos: la elaboración de preguntas que permitan recortar el problema de estudio; la elaboración de un estado de la cuestión sobre el problema; la búsqueda de información pertinente; la elaboración de diferentes hipótesis sobre las causas y las múltiples consecuencias del problema abordado; la selección del método (cuantitativo y/o cualitativo) más adecuado a lo que se propone investigar y el arribo a conclusiones que no necesariamente confirmen las primeras hipótesis. 

Eje temático 3: Núcleos de problemas geográficos 
 Se seleccionarán situaciones y/o hechos con las cuales los estudiantes los perciban cotidianamente, preferentemente a escala local, con la intención de que sean convertidos en problemas de investigación, en este caso, en problemas contemporáneos de carácter geográfico. Se adoptarán conceptos clave de la disciplina que, junto a los marcos teóricos y metodológicos, construirán el problema a investigar. Algunos de los núcleos de problemas geográficos a considerar son de índole urbano y rural (Geografía rural y urbana); de carácter ambiental (Geografía ambiental); ligados a la economía y los sistemas productivos (Geografía económica); de carácter cultural (Geografía cultural); relacionados al poder y la política (Geografía política) y, vinculados al turismo (Geografía del turismo). Según los problemas a investigar elegidos es posible que algunas dimensiones se crucen entre sí. 

Evaluación 
La evaluación como proceso será permanente por lo que se considerarán las siguientes 
metas: 
-Expresión oral y escrita correcta, con uso de vocabulario adecuado y específico de la  materia. 
-Lectura, comprensión e interpretación de consignas de trabajo y de distintas fuentes de  información. 
-Explicar los espacios geográficos estudiados en función de las relaciones que existen entre la economía, la cultura, la política y las condiciones físico-naturales. 
-Explicar a partir del problema geográfico seleccionado los procesos de diferenciación y desigualdad social y espacial, de acuerdo con la existencia de diversas relaciones 
sociales originadas en necesidades e intereses económicos, culturales y políticos 
contrapuestos.
-Ubicación temporal y espacial de las temáticas desarrolladas. 
-Proposición y resolución de planteos temáticos. 
-Actitud crítica y responsable frente al trabajo en el aula así como en la plataforma 
virtual.

Para la aprobación de la materia se desarrollará una investigación a partir de un problema geográfico elegido. La presentación de sus resultados debe articularse con la redacción de un informe donde se considerará claridad, orden y precisión en: 
-la/s pregunta/s que ayudan al recorte del problema de estudio; 
-la elaboración de un estado de la cuestión sobre el problema; 
-la/s hipótesis planteadas; 
-la búsqueda de información pertinente; 
-los datos considerados; 
-el marco teórico inicial; 
-la presentación de los resultados; 
-la explicitación de los métodos utilizados; 
-el arribo a conclusiones que no necesariamente confirmen las primeras hipótesis; 
-la cita correcta de las fuentes de información. 

Pautas para la comisión evaluadora. 
- El criterio de evaluación es el mismo que durante el curso regular, teniendo en cuenta que durante el mismo el alumno o alumna no ha completado lo requisitos y deberá hacerlo ante la comisión evaluadora. 

Bibliografía: 
 Capel, H. (1984). Filosofía y Ciencia en la Geografía Contemporánea. Ed. 
Barcanova. Barcelona. 
 Coraggio, J. L. (1987). Territorios en transición. Ed. Ciudad. Quito. 
 De Castro Aguirre, C. (1999), “Mapas cognitivos. Qué son y cómo explorarlos”. En Scripta Nova: revista electrónica de geografía y ciencias sociales, no 5. Disponible 
en http://geobuzon.fcs.ucr.ac.cr/mapacognitivo.PDF 
 García Ballesteros, A. (Coord.) (1998). Métodos y técnicas cualitativas en geografía 
social. Ed. Oikos-tau. Barcelona. 
 Gómez Mendoza, J.; Muñoz Jiménez, J. y Ortega Cantero, N. (1982). El 
pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y antología de textos. Ed. Alianza. 
Madrid.  
 Harvey, D. (2003). Espacios de esperanza. Ed. Akal. Madrid. 
 Hernández Sampieri, R.; Fernández Collado, C. y Baptista Lucio, P. (1991). 
Metodología de la investigación. McGraw-Hill. México. 
 Manzanal, M.; Arzeno, M. y Nussbaumer, B. (Comp.)(2007). Territorios en 
construcción. Actores, tramas y gobiernos: entre la cooperación y el conflicto. Ed. 
Ciccus. . Buenos Aires. 
 Santos, M. (1996). La naturaleza del espacio. Técnica y tiempo. Razón y emoción. 
Ed. Ariel. Barcelona. 
 Sautu, R.; Boniolo, P.; Dalle, P. y Elbert, R. (2005). Manual de metodología. 
Construcción del marco teórico, formulación de los objetivos y elección de la 
metodología. CLACSO. Acceso al texto completo: 
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/campus/metodo/RSBibliografia.pdf 

En función de los problemas construidos con los estudiantes se guiará en la 

búsqueda de bibliografía específica de la problemática.
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corrientes de pensamiento
TEXTO Nº1:

RUPTURA Y CONTINUIDAD EN EL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO

A  continuación  se  abordará  el  curso  de  las  ideas  científicas,  la  evolución  del pensamiento geográfico.
Prescindiremos,  por  ahora,  de  los  factores  «externos»  que  influyen  en  dicha  evolución,  y centraremos  la  atención  en  el  desarrollo  «interno»  del  mismo  pensamiento  científico.  El problema de las nuevas geografías y la búsqueda de conceptos para interpretarlas, así como el de la continuidad v cambio en la ciencia geográfica.
Una de las expresiones más repetidas hoy día en las ciencias sociales y en nuestra  sociedad en general, es, sin duda, la de “crisis”. Hay también una crisis de la geografía.
La crisis rebasa, por supuesto, el estricto campo científico y refleja también la crisis de la  sociedad, situación a la que cada disciplina intenta adaptarse: se ha podido hablar así de «la crisis de la geografía y la geografía de la crisis».
Pero además de las alusiones y la conciencia directa de esta crisis hay otros muchos aspectos que  la  ponen de  manifiesto.  En  particular,  quizá  deba  considerarse  así  el  sentimiento  generalizado  de  la  necesidad  de  una  reflexión  epistemológica.  Nadie  negará  que  hoy  en geografía  se  siente  ampliamente  dicha  necesidad  y  la  urgencia  de  una meditación  sobre  las teorías  y  los métodos.  Pero  en  la  ciencia  la  reflexión  epistemológica  surge  normalmente  de una puesta en cuestión de los fundamentos y las formas de proceder aceptadas.
Para superar  la crisis aparecen «nuevas» sociologías, «nuevas» economías, etc. Aparecen, en lo  que  a  nosotros  respecta,  «nuevas  geografías».  Pero  si, examinamos  la  historia  del pensamiento geográfico, hemos de  convenir que una «nueva geografía» ha aparecido ya en numerosas ocasiones.
Nueva  fue, desde  luego,  la geografía que  los europeos conocieron en  los  siglos XV y XVI, así como  la que surgió de  la asimilación de  los descubrimientos geográficos y obligó a componer una nueva  imagen del mundo. Todavía a  finales del siglo XIX  la expresión «nueva geografía» era  utilizada  por  algunos  autores  para  mostrar  su  originalidad  respecto  a  la  geografía descriptiva y enciclopédica tradicional.
Una nueva geografía, es sin lugar a dudas, la geografía cuantitativa. Nueva no sólo en cuanto a métodos, sino mucho más profundamente en cuanto a concepción de la ciencia geográfica.
Independientemente  de  la  discusión,  es  indudable  que  es  nueva,  que  supone  nuevos enfoques, nuevos problemas, nuevas metodologías y un nuevo marco conceptual.
Pero también son nuevas respecto a ella la geografía de la percepción y del comportamiento, la  geografía  radical,  la  geografía  humanista  y  todas  esas  novísimas  tendencias  que  en  los
últimos  años  están  apareciendo,  ya  que  insisten  en  una  problemática  bastante  ajena  a  la geografía  cuantitativa  de  los  años  1950  y  1960  y  suponen  un  cambio  profundo  de  las relaciones teoría-práctica y en la actitud respecto al valor de los estudios geográficos. 
De  hecho,  la  conclusión  se  impone  claramente:  la  geografía  ha  sido  nueva  en  distintos momentos  de  su  desarrollo.  No  ha  habido  una  evolución  lineal,  en  la  que  cada  fase  de  la evolución se entroncara con la anterior, sino más bien una serie de rupturas, de revoluciones,
que  han  dado  lugar  a  nuevos  planteamientos,  que  han  obligado  a  la  adopción  de  nuevas concepciones.  
El significado de este hecho parece importante y permite situar la evolución de nuestra ciencia en el cuadro de la evolución científica general. El problema que plantea la existencia de estas
diversas  «nuevas  geografías»  puede  ser  explorado,  en  primer  lugar,  a  partir  de  las  ideas existentes sobre las rupturas epistemológicas y sobre las revoluciones científicas y la adopción de nuevos paradigmas.

RUPTURAS
Hoy  parece  claro  que  en  el  desarrollo  específico  del  pensamiento"  científico"  existen, igualmente,  discontinuidades.  La  ciencia  progresaría mediante  un  desarrollo  truncado,  y  no lineal  en  el  que  cada  una  de  las  fases  representa  una  ruptura  respecto  al  saber  anterior, ruptura en  cuanto a  los problemas planteados, en  cuanto a  los  rasgos de  la  realidad que  se consideran significativos, en cuanto a los métodos y, evidentemente también, en cuanto a las teorías.
Thomas Kuhn, en su sugestiva y fructífera obra sobre Las revoluciones científicas (1962), en la que  presentó  una  interpretación  de  la  evolución  científica  basada  en  los  cambios  de paradigmas.  A  pesar  de  la  amplia  difusión  que  han  tenido  las  tesis  de  Kuhn,  vale  la  pena detenerse un poco en la exposición de sus ideas con el fin de explorar la utilidad que pueden presentar para la historia del pensamiento geográfico.  
Para  Kuhn  los  paradigmas  son  “realizaciones  científicas  universalmente  reconocidas  que, durante  cierto  tiempo  proporcionan modelos  y  soluciones  a  una  comunidad  científica”.    La crisis    de  un  paradigma  vigente  y  la  sustitución  por  otro  distinto  es  lo  que    da  lugar  a  las revoluciones científicas, mediante un proceso que se desarrolla de forma no  lineal. Dentro de lo  que  Kuhn  llama  la  ciencia  normal,  es  decir,  la  ciencia  basada  en  la  existencia  de comunidades científicas,  los paradigmas   “obtienen su status como tales debido a que tienen más  éxito  que  sus  competidores  para  resolver  unos  cuantos  problemas  que  el  grupo  de profesionales ha  llegado a  reconocer como agudos”. Es dentro de estos paradigmas como se plantean los problemas que se consideran significativos, hasta el punto de que “los fenómenos
que  no  encajarían  dentro  de  los  límites mencionados  ni  siquiera  se  los  ve”  por  parte  de  la comunidad  científica.  Los paradigmas  son anteriores al establecimiento de  reglas específicas que se desarrollan y pasan a ser compartidas por  los miembros de una comunidad científica, difundiéndose  a  través  de  libros  de  texto,  tratados  especializados  o  por  otros  medios  de difusión.
El  desarrollo  de  la  ciencia  se  realizaría,  según  la  tesis  de  Kuhn,  según  un  proceso  no acumulativo.  En  este  proceso  las  revoluciones  científicas  representarían  discontinuidades durante  las  cuales  un  paradigma    es  reemplazado  por  uno  nuevo  e  incompatible (“inconmensurable”)  con  el  hasta  entonces  vigente.  Estas  revoluciones  se  inician  con  un sentimiento  creciente  “de  que  un  paradigma  existente  ha  dejado    de  funcionar adecuadamente  en  la  exploración  de  un  aspecto  de  la  naturaleza,  hacia  la  cual  el  mismo paradigma había previamente mostrado el camino”. Ello origina un sentimiento   de crisis, de insatisfacción ante las  explicaciones  e interpretaciones hasta  entonces aceptadas, y da lugar a  la  aparición  de  un  nuevo  paradigma,  que  puede  no  ser  aceptado  por  una  parte  de  la comunidad  científica,  coexistiendo  durante  algún  tiempo  con  el  paradigma  anterior.  Las discusiones entre los partidarios del nuevo y del viejo paradigma son violentas y circulares, ya que  son  irresolubles,  pues  los  argumentos  que  se  oponen  sólo  tienen  valor  dentro  de  cada paradigma.
Los paradigmas: “son la fuente de los métodos, problemas y normas de resolución aceptados por  cualquier comunidad científica madura,  en cualquier momento dado. Como resultado de ello,  la  recepción  de  un  paradigma  frecuentemente  hace  necesaria  una  redefinición  de  la ciencia  correspondiente.  Algunos  problemas  antiguos  pueden  relegarse  a  otra  ciencia  o  ser declarados  absolutamente  ‘no  científicos’.  Otros  que    anteriormente  eran  triviales  o  no existían siquiera, pueden convertirse, con un nuevo paradigma (…)”.
A  partir  de  una  revolución  científica  el  conjunto  de  normas,  valores,  hechos  significativos, métodos y teorías se modifica, pues, profundamente: “Al  aprender un paradigma, el científico adquiere al mismo  tiempo teoría, métodos y normas, casi siempre en una mezcla inseparable.
Por  consiguiente,  cuando    cambian  los    paradigmas  hay  normalmente  transformaciones importantes en los criterios que determinan la legitimidad tanto de los problemas como de las soluciones propuestas”.

PARADIGMAS EN GEOGRAFÍA
El resumen apresurado que hemos hecho de algunas   de las ideas básicas de Kuhn basta para mostrar  el  enorme  interés  de  sus  tesis  y  lo  extraordinariamente  sugestivas  que  pueden resultar para comprender adecuadamente los cambios que se han producido en la historia del pensamiento geográfico, la existencia de revoluciones, y la aparición de ‘nuevas geografías’.
Las  tesis  de  Kuhn  poseen  numerosos  elementos  que,  aplicados  a  la  ciencia  geográfica, permiten  entender mejor que  en  el  pasado el  desarrollo  de  la  geografía  existieron  fases  de ‘ciencia normal’ y de periodos  revolucionarios que,  sin duda, pueden  tener distinta duración en  diferentes  países;  sus  argumentaciones  contra  la  concepción  lineal  y  acumulativa  del desarrollo de la ciencia; el carácter circular de los argumentos que intercambian los partidarios de  paradigmas  diferentes;  la existencia  de  presupuestos  no  científicos  en  la  elección  de paradigmas  y  cómo  la  elección  entre  paradigmas  diferentes  no  está  determinada  por  los procedimientos de  la ciencia normal; el hecho de que a partir de una  revolución científica el conjunto  de  normas,  valores,  hechos  significativos,  métodos  y  teorías  se  modifica  profundamente.
Prueba  de  este  interés  son  los  numerosos  intentos  que  se  han  realizado  para  aplicar  las nociones  kuhnianas  a  la  geografía  con  resultados más  o menos  satisfactorios,  pero  siempre sugerentes.  En  ello  nuestra  ciencia  ha  seguido  el  camino  de  otras  disciplinas    cercanas,  lo mismo  naturales,  como  la  geología,  que  sociales,  como  la  economía,  la  ciencia  política,  o  la psicología.
Según  la  perspectiva  que  adoptemos,  esta  aparición  de  «nuevas  geografías»,  a  veces radicalmente enfrentadas entre sí, parece  fragmentar el desarrollo de nuestra ciencia en una multitud de  fases  inconexas, hasta el punto de no  reconocer ninguna continuidad en ella. La oposición entre el geógrafo físico y el humano, o entre un geógrafo cuantitativo y otro regional puede ser tan fuerte y  los lenguajes tan diferentes que uno puede preguntarse si, realmente, forman parte de una misma comunidad científica.
El análisis del funcionamiento de la comunidad científica de los geógrafos muestra que muchos de  los  que  se  dedican  a  esta  ciencia  realizan  en  realidad  un  trabajo  tan  diferenciado  que difícilmente puede justificarse su pertenencia a una misma disciplina. También que, a pesar de ello, y aun teniendo clara conciencia de esta situación, la mayoría acepta ser englobados en la misma  disciplina  por  razones  puramente  profesionales.  Podría  citarse  fácilmente  en  este sentido el  caso de buen número de  geógrafos que  se dedican  a  la  geomorfología  y que  son plenamente conscientes de que su trabajo corresponde en realidad a  la geología, pero que al ser rechazados por  los geólogos se ven obligados a permanecer dentro de departamentos de geografía.  Pero  si  permanecemos  en  el  campo  de  las  ideas  geográficas,  podemos buscar  los  elementos  de  continuidad  en  esta  evolución  fraccionada  y  que  tiende, aparentemente,  a  la  creciente  disgregación.  Ello  nos  conduce  a  preguntarnos  sobre  los problemas clave de la disciplina.
En  efecto,  si  hay  algún  elemento  de  continuidad  en  las  disciplinas  científicas,  éste  viene determinado  por  los  problemas  clave  que  investigan.  A  lo  largo  del  tiempo  los  científicos adoptan  diferentes  estrategias  para  resolver  sus  problemas,  lo  que  puede  llevar  a  una impresión de discontinuidad y de variabilidad. Esto nos conduce hacia los problemas-clave de cada disciplina científica.  
En el caso de la historia del pensamiento geográfico, la pregunta sobre los problemas-clave ha de hacerse distinguiendo previamente dos momentos de  la evolución de esta ciencia: el que finaliza  en  el  siglo  XVIII,  y  el  que  se  inicia  con  la  institucionalización,  universitaria  de  la geografía a mediados del siglo XIX.
A partir de  la  institucionalización universitaria de  la geografía,  la comunidad científica de  los geógrafos desarrolló su  trabajo en  torno a dos problemas-clave definidores de la disciplina: 1) el estudio de la diferenciación del espacio en la superficie terrestre, 2) el estudio de la relación hombre-medio.
En  esa  caracterización  de  los  problemas  clave  han  desaparecido    aspectos  básicos  de  la concepción  preinstitucional  de  la  geografía.  Se  ha  producido  una  importante  reducción  del objeto  de  la  disciplina,  puesto  que  la  geografía  ha  dejado  de estudiar  la  Tierra    como  astro (rechazo  de  la  geografía  astronómica);  no  estudia  ya  el  conjunto  de  nuestro  planeta,  sino solamente su superficie; ha dejado de ser la ciencia de la confección de mapas.
La cuestión de por qué aparecen   problemas-clave en  la geografía podría contestarse, en una primera  aproximación,  de  esta  forma:  a)  por  necesidades  institucionales,  en  particular,  la necesidad de dar un carácter «científico» a la geografía que se enseñaba en la universidad, y la llegada  a puestos docentes de esta disciplina de personas  con una  formación naturalista; b) por exigencias del ambiente científico.

LA CONTRAPOSICIÓN POSITIVISMO-HISTORICISMO
Los dos problemas-clave citados, siempre presentes en  la geografía contemporánea, han sido abordados sucesiva —o a veces simultáneamente— desde dos posiciones científicas diferentes que podemos denominar positivista y antipositivista, o también naturalista e historicista.
El positivismo se caracterizaría por tres rasgos esenciales: el monismo metodológico o «idea de la unidad del método científico por entre la diversidad de objetos temáticos de la investigación científica»; por «la consideración de que  las ciencias naturales exactas, en particular  la  física matemática,  establecen  un  canon  o  ideal metodológico  que mide  el  grado  de  desarrollo  y perfección de todas las demás ciencias, incluidas las humanidades», y por una forma particular de  explicación  científica,  que  puede  ser  considerada  «causal»,  y  que  consiste  en «la subsunción de casos  individuales bajo  leyes generales hipotéticas de  la naturaleza,  incluida  la "naturaleza  humana"».  Frente  a  él,  el  antipositivismo  supondría  un  rechazo  del  monismo
metodológico,  rehusando  «tomar  el  patrón  establecido  por  las  ciencias,  naturales  exactas como ideal regulador, único y supremo, de la comprensión racional de la realidad»; acentúa en general,  «el  contraste  entre  las  ciencias  que,  al  modo  de  la  física,  la  química  o  fisiología, aspiran  a  generalizaciones  sobre  fenómenos  reproducibles  y  predecibles,  y  las  ciencias  que como la historia, buscan comprender las peculiaridades individuales y únicas de sus objetos»; rechazan  el  enfoque  positivista  de  la explicación,  y  aceptan  la  distinción  entre explicación  y comprensión.
Puede  decirse  que  durante  la  historia  del  pensamiento  geográfico,    existieron  constantes críticas  hacia  una  u  otra  corriente.  La  crítica  del  reduccionismo  naturalista,  supone  la posibilidad de afirmar  la autonomía de  las ciencias humanas,  las cuales  se  individualizan por referirse al «reino de la libertad», de lo que posee historia. El objetivo del trabajo científico no es  ya  la explicación  y  la previsión,  sino  la «comprensión»,  la  cual  sólo puede hacerse desde dentro, es decir, ha de ser empatética. Se entiende así que, a pesar de que el método científico siga  siendo  inductivo,  se  valoren  ahora  nuevas  facultades  como  la  intuición.  A  pesar  del dualismo  dominante,  la  geografía  se  autodefine  como  ciencia  de  encrucijada  por  razones institucionales, ya que era la única garantía de supervivencia frente a naturalistas, por un lado, e historiadores y sociólogos por otro. La superación concreta de este dualismo disgregador se consigue centrando la atención en el estudio de las combinaciones de fenómenos físicos y de hechos humanos que se producen.
La aparición de corrientes neopositivistas desde 1930-50 origina una vuelta al  reduccionismo naturalista  y  una  afirmación  de  la  unidad  de  la  ciencia,  que  se  traduce  en  los  intentos  de desarrollar, otra vez, una «física social», y de manera general en la aplicación de teorías físicas al  campo  de  las  ciencias  humanas,  y  en  concreto  de  la  geografía  humana.  El  objetivo  del trabajo  científico  vuelve  a  ser  la  explicación  y  la  previsión,  lo  que  exige  formular  leyes  de validez general. Hay,  sin embargo, una  redefinición de  los métodos  -lo que supone un cierto cambio  respecto  al  positivismo  decimonónico-,  adquieren  importancia  ahora  los  métodos
deductivos  y  se  insiste  en  la  necesidad  de  las  teorías  previas.  La  teoría  se  convierte  en  el corazón de  la ciencia, en  la clave del rompecabezas de  la realidad. Hay, al mismo tiempo, un énfasis en la formalización, que está en la base de la generalización de métodos cuantitativos.
Se produce ahora una  reformulación de  los problemas claves de  la geografía: se desvalora el  problema  «regional»  y  se  intenta  reformular  el  de  la  relación  hombre-medio  en términos  de  la  teoría  de  los  sistemas,  a  la  vez  que  se  pone  el  énfasis  en  los  aspectos «espaciales»  y  se  buscan  las  regularidades  en  las  distribuciones morfológicas  en  el  espacio terrestre. Todo ello unido a una actitud que se afirma decididamente ahistórica.
Desde  1965,  aproximadamente,  comienza  nuevamente  una  puesta  en  cuestión  de  las corrientes neopositivistas. El  impacto de  las  filosofías  fenomenológicas y existencialistas, que permiten desarrollar los caminos abiertos por el éxito de la geografía de la percepción, da paso a  la  llamada  geografía  humanística, mientras  que  el  progreso  reciente  de  la  teoría marxista permiten,  precisamente,  el  desarrollo  de  una  geografía  marxista  con  un  énfasis  también claramente historicista.

EL HISTORICISMO Y LA GEOGRAFÍA
La  crisis  del  positivismo  se  refleja,  sobre  todo,  en  la  crítica  del  modelo  naturalista  de cientificidad y en la afirmación  de la especificidad de las ciencias humanas, derivada, a su vez, del  rechazo del monismo. Ello  tiene  consecuencias metodológicas  importantes,  como  son el desplazamiento del objetivo del conocimiento científico desde la explicación a la comprensión y la necesidad de justificar teóricamente una ciencia de lo  singular. La  división  entre  naturaleza  e  historia  dio  lugar  a  dos  sistemas    de  ciencias  diferenciadas igualmente válidas:  las ciencias de  la naturaleza y  las ciencias humanas o del espíritu. Unas y otras son distintas por la especificidad de sus objetos y por la de los métodos o instrumentos a emplear; por  consiguiente, no puede aceptarse en  las  segundas una  simple  transferencia de los métodos o  conceptos de  las primeras.  La originalidad de  las  ciencias humanas deriva del hecho de que el investigador no estudia un objeto exterior a él, sino una realidad en la que él mismo  está  inmerso.  Esta  realidad  puede  ser  abordada  por  una  pluralidad  de métodos,  sin excluir  los  de  la  naturaleza,  pero  sin que  sea  aceptable  un  reduccionismo  naturalista.
Característica  esencial  de  la  realidad  humana  es  su  «historicidad»,  la  existencia  de  un desarrollo  histórico  en  el  que  los  individuos  y  los  grupos  sociales  actúan movidos  por  una intencionalidad y aceptando unos valores. Esta exaltación  de la  historia alcanza tal dimensión que la expresión «Historicismo» llega a designar a una de las más caracterizadas corrientes de la creación antipositivista.
La oposición entre  la explicación generalizante positivista  -considerada propia de  las ciencias de  la naturaleza, y que consistiría en establecer  la conexión causal entre  los fenómenos de  la experiencia  sensible-  y  la  comprensión  historicista,  es  un  elemento  básico  de  la  reacción metodológica.  Conduce  a  la  aceptación  en  el  conocimiento  científico  de  facultades  que  no serían admisibles para un positivista,  tales como  la  intuición,  la  sensibilidad o el  sentimiento poético. En efecto, para un historicista, en las ciencias del espíritu sólo se puede, comprender verdaderamente mediante la vivencia, penetrando dentro de algo, mediante un conocimiento
llamado  «empatético»  procurando  el  contacto  directo  inmediato,  o  al menos  total,  con  el objeto que se quiere entender, y utilizando también, si es necesario, la sensibilidad.
Es  importante  no  perder  de  vista  que,  en  coincidencia  con  este  dualismo  filosófico  entre  el positivismo  y  le  historicismo,  existía  dentro  de  la  geografía  el  dualismo  entre  lo  físico  y  lo humano.

NEOPOSITIVISMO Y GEOGRAFÍA
A  partir  de  la  década  de  1950  la  geografía  conoció  una  profunda  conmoción  en  el mundo anglosajón,  la cual dio origen a  la  llamada  revolución cuantitativa, de  la que  surgió una new geography, una nueva geografía. En  la década siguiente otros países conocieron también una revolución  semejante,  la  cual  dio  origen,  al  igual  que  había  ocurrido  primero  en  Estados Unidos, a una honda división en el seno de la comunidad científica de los geógrafos. Geógrafos “cuantitativos” y “cualitativos”  se enfrentaron acremente en una  confrontación en  la que  se oponían teorías, métodos y técnicas de  investigación; y por encima de ello, dos concepciones diferentes del trabajo científico.
La aparición de la geografía cuantitativa coincide, con un cierto retraso, con el surgimiento de tendencias semejantes en otras disciplinas, y forma parte de una transformación que afecta de manera  general  al  conjunto  de  las  ciencias  sociales.  Factores  diversos  incidieron  en  la  crisis generalizada  de  estas  ciencias,  y  provocaron  la  aparición  de  nuevas  tendencias,  que encuentran una sólida base filosófica en el auge de las corrientes neopositivistas.
El  punto  de  partida  es  siempre  empírico,  la  experiencia,  y  profundamente  antiidealista,  con exclusión  de  los  problemas metafísicos  que  son  considerados  pseudoproblemas.  Existe  una preocupación generalizada por el análisis del  lenguaje científico, así como del significado y el uso del  lenguaje común, a  la vez que hay una afirmación de  la unidad profunda de  la ciencia por encima de los contenidos diversificados de las distintas disciplinas, y una voluntad decidida de lograr un lenguaje común para ellas. La investigación científica y sus resultados se intentan expresar de una forma clara, lo que exige el uso del lenguaje matemático y de la lógica, que es concebida como una sintaxis de la ciencia.
La tesis de la unidad de la ciencia se convierte normalmente, dada la formación originaria y el interés de muchos de estos  filósofos, en una magnificación de  la  física, en un  reduccionismo fisicalista: todo puede ser expresado en el lenguaje de esta ciencia.  Naturalmente, ello supone la afirmación de la coherencia de la realidad, la aceptación implícita o explícita del monismo.
El  nuevo  positivismo  coincide  con  el  positivismo  decimonónico  en  la  afirmación  de  la neutralidad de la ciencia, en la consideración de que los juicios axiológicos no tienen cabida en ella:  la  ciencia  tiene un  carácter descriptivo,  y no puede  realizar  valoraciones. En  cambio  se diferencia  del  positivismo  del  siglo  XIX  en  el  rechazo  que  existe  ahora  del  riguroso determinismo causal de los  fenómenos.
Se observa así, de una manera creciente, que se afirma la indeterminación de la relación entre previsión y acontecimiento futuro, concediendo un peso cada vez mayor a la probabilidad. Las mismas inferencias inductivas pasan a ser consideradas como probables.

POSITIVISMO LÓGICO Y CIENCIAS SOCIALES
Los años 1930-1940 han sido considerados por diversos autores como un período decisivo en la  evolución  de  las  ciencias  sociales,  porque  en  ellos  entran  en  crisis  muchas  ideas desarrolladas a partir, del siglo XIX. Se trata de un período de crisis que coincide también con una profunda crisis social y económica. Las ciencias sociales se ven entonces solicitadas desde diversos  frentes  en  de  manda  de  respuestas  eficaces  a  los  problemas  que  aparecen:  la    necesidad de superar  la crisis económica del sistema capitalista, que provoca  la aparición del keynesianismo, de la econometría y de la economía positiva; la demanda de instrumentos más eficaces de control social, que tiene efectos inmediatos en la sociología y en la psicología social (mejoras en las técnicas de encuestas sociales, investigaciones sobre actitudes y conflictos); las exigencias de la planificación regional y urbana generadas por la misma crisis económica y por la necesidad de atender a la reconstrucción de las regiones devastadas por la guerra. A todos ellos  se  unió,  inmediatamente  después  de  la  Segunda  Guerra  Mundial,  el  problema  de subdesarrollo  suscitado  por  el  proceso  de  descolonización  que  se  inició  inmediatamente después de la contienda.
En esta situación, y con los avances tecnológicos extraordinariamente- rápidos generados por la guerra mundial, las ciencias sociales se vieron estimuladas para facilitar respuestas cada vez más  rigurosas  y  «técnicas».  La  aparición  de  potentes  instrumento  de  tratamiento  de  la información  (ordenadores) y de nuevos marcos  teóricos y conceptuales,  tales como  la  teoría general  de  los  sistemas,  la  teoría  dé  la  información  y  de  la  comunicación,  la  teoría  de  la decisión y la de los juegos, hicieron inevitable el cambio en los métodos y en las teorías de esas disciplinas.
Es en este momento cuando tiene  lugar  la crisis de  las concepciones historicistas, que se ven ahora sustituidas por una potente marea neopositivista.
Ante   todo,   se   rechazan  los   métodos  «cualitativos»   y   todas  aquellas  aproximaciones que dejan  lugar  a  la  intuición o  a  facultades que  se  consideran no estrictamente  científicas.
Surge un interés neto por la aplicación de sistemas lógicos al material empírico de las diversas ciencias,  tanto  naturales    como  sociales.  Se  pone  ahora  el  énfasis  en  la  construcción  de modelos y se  intenta  tratar  los problemas científicos en el marco de una  teoría más general, como es la teoría general de los sistemas.
Comienzan  entonces  a  generalizarse  los  métodos  cuantitativos  en  las  ciencias  sociales.  Es sobre  todo  a  partir  de  la  Segunda  Guerra  Mundial  cuando  dichos  métodos  se  difunden ampliamente  y  dan  lugar  a  ramas  especializadas  dentro  de  las  disciplinas  ya  constituidas.
Surge,  así  la  econometría,  que  desde  los  años  30  se  ocupa  de  determinar  con  métodos  estadísticos  las  leyes  cuantitativas  concretas  que  se  manifiestan  en  la  vida  económica;  la sociometría,  creada  en  Estados  Unidos  y  que  alcanzó  gran  impulso  en  los  años  1940;  la lingüística matemática,  que  se  esfuerza  por  superar  el  estadio  simplemente  clasificatorio  y elaborar modelos Iingüístico; la antropología cuantitativa, etc.
La  euforia  cuantitativa  alcanzó  su máximo  apogeo  en  la  década  de  1950,  cuando  todas  las ciencias  sociales  intentaron  introducir  estos  métodos  como  aparente  panacea  para  la resolución de sus problemas.
Se  abordó  estudio  del  hombre  y  de  la  realidad  social  postulando  que  éstos  pertenecen plenamente  al  mundo  físico  y  que  como  tal  han  de  ser  estudiados,  y  aceptando  que  las regularidades que se encuentran en  la naturaleza aparecerán también en  las diversas esferas de la realidad sociocultural.
También se manifiesta, en  la ciencia económica,  la crisis del historicismo. Esta crisis se  fue haciendo patente durante el período entreguerras, cuando «se hizo  sentir  la  "necesidad social" de un tipo pragmático de análisis económico»; esto, a su vez, estaba en relación con la crisis del sistema capitalista y el  inicio de  la  intervención estatal para  superarla, con  la necesidad de hacer frente a los problemas derivados de la Segunda Guerra Mundial y, por último, con el proceso de concentración empresarial, capitalista, y las exigencias derivadas del  mismo  (estudios  de  mercados,  de  productividad,  publicidad,  etc.).  La  economía  se situaba así resueltamente en una línea formalista carente de toda sensibilidad histórica.
Cuando un cuantitativista aplica un refinado método matemático o estadístico al estudió de un fenómeno social, tiene con frecuencia la pretensión implícita de ser neutro, imparcial, objetivo y de que con su   análisis descubrirá «la realidad objetiva» sin contaminaciones ideológicas de ningún tipo.
Aunque  un  poco más  tarde  que otras  ciencias  sociales  como  la  economía  o  la  sociología,  la geografía  se  vio  también    afectada  por  las  corrientes  neopositivistas.  Debido  a  uno  de  los rasgos que resultaron en aquel momento más    llamativos,  la transformación que entonces se produjo fue conocida como «revolución cuantitativa», de la que surgió una “nueva geografía”.
Efectivamente,  la difusión de  la nueva geografía pone en cuestión cierto número de  las  ideas comúnmente admitidas por la comunidad científica de los geógrafos, y provocó una auténtica guerra  civil  en  el  seno  de  la  misma.  Los  geógrafo  formados  en  la  tradición  historicista  se encontraron,  de  pronto,  en  una  posición  insegura,  en  una  situación  que  se    ha  calificado atinadamente de esquizofrénica, dudando entre abandonar la antigua ortodoxia y dedicarse  a los  nuevos métodos,  con  lo  que  quedaban  en  desventaja  frente  a  los más  jóvenes;  o  bien mantener la concepción tradicional, con lo que corrían el peligro de pasar por retrógrados ante unos  jóvenes  que  predicaban  las  nuevas  ideas  como  el  verdadero método  científico  y  que, además, atacaban aspectos esenciales de la vieja concepción regional. Esta esquizofrenia, que está  ligada  a  una  lucha  por  el  poder  en  el  seno  de  la  comunidad,  contribuye  a  explicar  la virulencia  de  algunas  reacciones  de  rechazo,  no  solamente  por  parte  de  aquellos  que  se sentían vulnerables por ser conscientes de  la debilidad de su pensamiento, sino  también por parte de prestigiosos y respetados geógrafos que podían haber mantenido gallardamente sus ideas sin por ello oponerse a que otros exploraran caminos alternativos. .
Desde  el  punto  de  vista  teórico  la  nueva  geografía  se  presentó  desde  el  principio  con  una voluntad  explícita  de  ciencia  positiva  que  trataba  de  llegar  a  la  explicación  científica  y    a  la formulación de leyes generales.
“La  ciencia  no  está  tan    interesada  en  los  hechos  individuales  como  en  los  patrones  que presentan”. En e caso de  la geografía propugna que sea concebida “como una ciencia que se refiere a la formulación de leyes que rigen la distribución espacial de ciertas características en la  superficie  de  la  Tierra”.  Lentamente  esta  concepción  de  la  geografía  como  una  ciencia explicativa  fue  ganando  terreno  y  dio  lugar  a  tomas  de  posición  decididas  de  carácter neopositivista,  entre,  las  que  podemos  destacar,  autores    como  Bunge  y  David  Harvey Explanation in Geography (1969), quienes años más tarde redefinirán su posturas en relación a cómo tratar los problemas de la geografía.

LA QUIEBRA DEL POSITIVISMO Y LAS GEOGRAFÍAS RADICALES
Durante  la  década  de  1960,  al  mismo  tiempo  que  se  imponía  en  las  ciencias  sociales  el optimismo  cientifista  neopositivista,  empezaron  a  dejarse  sentir  también  voces  de insatisfacción,  que  pronto  cuestionarían  aspectos  esenciales  de  dicha  concepción.  Razones sociales e  intelectuales, a  la vez, generaron este descontento que ha supuesto  resucitar, una vez más,  la  disputa  del  positivismo,  y  que  ha  acabado  por  provocar  una  fuerte  crisis  en  las ciencias sociales.
A  fines del decenio de  los sesenta, esta, crisis se traduce en  la proliferación, de movimientos críticos o «radicales», que  se desarrollan en  todas  las  ciencias  sociales. Al mismo  tiempo, el descubrimiento de  la dimensión psicológica y  la nueva valoración de  la experiencia personal contribuyen también a cuestionadlos enfoques abstractos positivistas, y generan un renovador interés  por  corrientes  filosóficas  como  Ia  fenomenología  y el  existencialismo. Es  en  relación con todo ello que aparecen nuevas corrientes de pensamiento en el seno de  la geografía,  las
cuales  conducen  a  la  disciplina  por  caminos  inéditos,  a  la  vez  que  permiten  recuperar  una parte importante de la herencia historicista.
En  el  decenio  de  1960  empezaron  a  dejarse  sentir  en  el  mundo  occidental  profundas  y diferentes  inquietudes  que  provocarían  poco  después  una  conciencia  generalizada  de  crisis. Naturalmente, ello tenía que repercutir en  las ciencias sociales,  las cuales empezaron a verse afectadas  también  por  una  amplia  crisis  de  múltiples  consecuencias.  La  aparición  de  las corrientes  científicas  «radicales»  es  la  expresión  más  llamativa  de  esta  situación.  Pero  la situación  de  todo ellas es  claramente  social,  y  se  relacionan  con  una  serie    de  cambios  que afectan  al  sistema  de  relaciones  internacionales  y  al  conjunto  de  la  sociedad  occidental.  Es
necesario  aludir  a  algunos  de  los  sucesos  que más  clara  y  decisivamente influyeron  en  el desarrollo de las ciencias sociales en los países occidentales.
Entre los acontecimientos que afectaron  al conjunto de las relaciones internacionales hay que destacar el final de la guerra fría, los importantes cambios que se produjeron en los países del llamado   Tercer Mundo, y la crisis  del sistema  de   dominación occidental.
El final de  la guerra fría, y  la  inauguración de  la política de coexistencia pacífica, al atenuar  la tensión  ideológica  del  enfrentamiento  Este-Oeste  tuvo,  entre  otras  consecuencias inesperadas, la de permitir un nuevo florecimiento de la reflexión marxista.
A  todo ello hay que añadir  los decisivos cambios que  se producen en  las  relaciones políticas internacionales  como  resultado  de  la  culminación  del  proceso  descolonizador.  Entre  1950  y 1970 un gran número de países accedieron a  la  independencia, y  continentes enteros  como África conocieron profundos cambios en la estructura jurídica de sus territorios. Algunos países experimentaron  mutaciones  revolucionarias,  que  afectaron  profundamente  a  las  antiguas relaciones de dependencia. Al mismo tiempo surgía el movimiento en  los países no alineados
(Conferencia de Bandung, 1955) y éstos reclamaban una más activa presencia en las relaciones internacionales.  Los  problemas  del  subdesarrollo  empezaron  a  plantearse  ahora  desde  una nueva  óptica,  al  tomarse  conciencia  de  todo  el  entramado  del  sistema  de  dominación imperialista,  y  se  descubre  la  relación  entre  el  atraso  económico,  la  dependencia  y  el intercambio desigual.
La aparición de movimientos revolucionarios en el Tercer Mundo va afectando de forma lenta, pero  incontenible  el  antiguo  sistema  de  dominación  imperialista  que  pretende  ahora perpetuarse a través de unas relaciones neocoloniales con los países independientes.
Pero alcanza su punto culminante con la guerra de Vietnam, que se saldó con una derrota de la gran  potencia  norteamericana.  La  intervención  en  el  sureste  asiático  generó  un  gran movimiento  interno  de  protesta  en  Estados  Unidos  y,  también,  una  profunda  crisis  de confianza  en  las  virtudes  del  propio  sistema  socioeconómico.  En  el  campo  de  las  ciencias
sociales  todo  ello  se  tradujo  en  una  nueva  comprensión  de  los    problemas  de  los  países dependientes, y en una puesta en cuestión del papel de las potencias imperiales y del sistema capitalista  en  la  situación  de  subdesarrollo,  así  como  en  una  quiebra  de  la  confianza  en muchos de los enfoques hasta entonces dominantes.
En  el    interior  de  los  países  desarrollados  capitalistas,  y  en  los  de  su  periferia  próxima,  se hicieron  sensibles  entonces  nuevos  problemas  sociales  que  exigían  nuevas  respuestas  por parte de los científicos sociales. En general, puede decirse que el decenio de 1960 ve aumentar los conflictos en el seno de las sociedades capitalistas. Se empieza a sentir como inaceptable el desfase entre, por una parte, la enorme capacidad productiva y el desarrollo tecnológico de los países desarrollados y, por otro,  las condiciones en que se  realiza  la producción y el desigual reparto  de  los  beneficios.  Se  acentúa  el  movimiento  de  rechazo  de  las  relaciones  de producción capitalista, y la protesta, por el carácter enajenante de las condiciones de trabajo y de las condiciones de vida. La degradación   de la vida en las ciudades, convertidas en simples
espacios  para  la  reproducción  de  la  fuerza  de  trabajo,  se  traduce  pronto en  la  aparición  de movimientos sociales urbanos.
Todo ello supone, conflictos inéditos -al menos en la escala en que ahora se producen- que no pueden  dejar  de  atraer  la  atención  de  los  científicos  sociales;  los  cuales,  por  cierto,  se  ven estimulados  a  ello  por  unos  organismos  gubernamentales  deseosos  de  disponer  de información fiable acerca de los nuevos desarrollos.
La  toma  de  conciencia  del  deterioro  de  las  condiciones  de  la  vida  urbana  se  produce paralelamente  al  descubrimiento  de  la  creciente  degradación  de  la  biosfera  como  resultado del  modelo  de  desarrollo  capitalista.  Surgen  los  movimientos  ecologistas  que  pronto  se convierten en movimientos  decididos  de  impugnación  de  todo  un modelo  de    sociedad. Un modelo  que,  por  cierto,  se  ve  afectado  por  una  profunda  crisis  desde  los  años  1973-74, generada por las contradicciones internas de la propia economía capitalista y por el problema
de  la  energía  y  de  las materias  primas,  que  deriva  de  la  toma  del  control  de    sus  propias riquezas  por los países productores.
 A todo  lo cual se une también  la creciente conciencia de  la crisis del sistema de racionalidad inaugurado con  la revolución científica del siglo XVII. La carrera de armamentos, el peligro de catástrofe  nuclear,  el  desarrollo  de  la  ingeniería  genética  y  de  la  microbiología,  la generalización de  las  técnicas de  control  social a  través de ordenadores empiezan a  suscitar graves inquietudes.
Los  científicos  comienzan  a  plantearse  abiertamente  incómodas  cuestiones  sobre  lo  que representa  la  ciencia  y  la  tecnología  moderna  y  la  relación  que  guardan  con  los  valores  fundamentales  de  la  vida  humana.  El  tema  de  los  objetivos  que  deben  perseguirse  con  el desarrollo científico pasa a primer  término. La  idea de que  la ciencia es el conocimiento por excelencia, tras  alcanzar su apogeo en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y en la década de  la «ciencia dura» de  los 50, se ve ahora cuestionada. Con  lo cual vacila también uno de los supuestos ideológicos fundamentales del positivismo y del neopositivismo. Empieza a    tambalearse  la confianza en el progreso  indefinido y el   optimismo en  los beneficios de  la ciencia, y  se plantean  cuestiones nueva  sobre  la  responsabilidad  social del  científico y  sobre sus valores.  
Aparece  un conflicto  latente entre la  racionalidad  de  la ciencia moderna y los valores de la vida  humana,  a  la  vez  que  se  toma  conciencia  de  la  naturaleza  esencialmente  social  del proceso actual de investigación científica, y de la necesidad de dirigir dicha investigación hacia fines socialmente significativos.
Dentro de    la universidad   se fue desarrollando un movimiento de repudio del sistema social,   que  rechazaba  también  el  mito  de  la  neutralidad  de  la  ciencia  y  del  saber,  la  ideología tecnocrática y  la aplicación  irracional   del conocimiento científico, el autoritarismo, en todas, sus  formas y  la  integración en el sistema social a través de  la enseñanza. Fue un movimiento que rebasaba el estricto marco universitario y que se veía como una  impugnación de toda  la sociedad, ya que  se  reconocían  los vínculos  inseparables entre una y otra. Con  su crítica,  los universitarios contribuyeron a poner de manifiesto las contradicciones profundas en el sistema capitalista y destacaron la necesidad de  «reformas revolucionarias». El  conjunto  de  la  praxis  y  de  la  teoría  científica  se  vio,  lógicamente,  afectado  por  estos desarrollos,  y  así  desde  fines  de  los  50,  y  luego  durante  la  década  de  los  60  empezaron  a
aparecer  en  las  disciplinas  sociales  corrientes  críticas  que  generalmente  se designan  a  sí mismas  como «radicales»,  afirmando  con ello  su pretensión de un  cambio  radical, que vaya hasta la raíz.
Fue en la economía y en la sociología donde  primeramente comenzaron a ponerse en cuestión los  principios  hasta  entonces  aceptados.  En  la  ciencia  económica  la  reflexión    sobre  la problemática del  subdesarrollo  llevó a algunos  científicos a buscar en  la  teoría marxista una mejor comprensión de los  mecanismos causantes del atraso y del crecimiento económico.
La ciencia   se empieza   a ver ahora como algo que depende de un contexto social, y no como algo abstracto y aislado del mundo. El hombre de ciencia o la comunidad científica poseen una cosmovisión, comparten problemas comunes con el resto de la sociedad, y están influidos por las ideas sociales y morales dominantes.

DE NUEVO LA COMPRENSIÓN FRENTE A LA EXPLICACIÓN
Como  ya  se mencionó,  los  postulados  positivistas  afirmaban  la  existencia  en  la  sociedad  de uniformidades  semejantes  a  las  de  la  naturaleza,  pero  ahora  se  trata  de  demostrar  que  «la noción de sociedad humana entraña un  esquema de conceptos que es lógicamente incompatible  con  los  tipos  de  explicaciones  proporcionadas  por  las  ciencias  naturales»,  ya  que  las reacciones  humanas  son más  complejas  de  las  de  los  otros  seres  vivos  y  poseen,  además, diferencias  esenciales  respecto  a  las  de  ellos.  Es  otra  vez  la  «comprensión»  lo  que  aparece como vía para entender las motivaciones de los actos humanos.
Pero comprender algo implica también comprender la posibilidad de su opuesto por lo cual en las predicciones que podamos hacer sobre la conducta humana hay que aceptar previamente la posibilidad de resultados contrarios a los previstos. Por ello puede considerarse imposible la predicción en  las ciencias sociales, o en  todo caso, si es que en alguna circunstancia pueden realizarse, su relación con la evidencia en la que se basan es diferente a la que caracteriza a las predicciones científicas.
La  fenomenología  y  el  existencialismo  fueron  primeramente  movimientos  intelectuales europeos, que sólo a partir de los años 60 tuvieron una verdadera influencia en le campo de la psicología,  donde  permitió  la  evolución  hacia  una  psicología  comprensiva  de  la  conducta humana a partir de características propiamente humanas, es decir, que  tienen en cuenta  las intenciones  y  las  vivencias  del  hombre.  Impulsó  el  desarrolló  en  las  ciencias  sociales  de  un enfoque  directo,  vivencial  y  no  abstracto,  valorando  la  observación  participante  del
investigador;  contribuyó  también  a  difundir  una  preocupación  por  la  vida  cotidiana,  por  la forma en que el hombre concreto  se  relaciona en cada momento con  su existencia y con  su mundo.  De  esta  forma,  al  recuperar  el  campo  de  la  experiencia  personal,  estas  corrientes filosóficas permitieron una revaloración de lo humano y lo individual frente a las abstracciones positivistas, y afianzaron así el camino hacia la configuración de un nuevo ideal científico en las ciencias sociales.
El  tratamientos  consciente  del  tema  del  comportamiento,  que  ha  introducido  en  la  ciencia geográfica una dimensión psicológica que hasta entonces estaba prácticamente ausente, puso de manifiesto  la  insuficiencia de los modelos teóricos elaborados por  la geografía cuantitativa acerca de la localización espacial de las actividades humanas.
El geógrafo se ye obligado a volverse hacia la psicología, ya que comportamiento, percepción, decisión y aprendizaje son hechos que no pueden ser entendidos sin acudir a  los trabajos de los especialistas de esta ciencia.
La percepción de  las catástrofes naturales  (avenidas,  sequía,  terremotos), de  las condiciones climáticas o  físicas del medio,  la evaluación de  los  recursos y  las actitudes ante el medio,  la percepción del paisaje y del paisaje urbano en particular, las imágenes espaciales y los mapas mentales, la conciencia territorial y regional, son algunos de los sugestivos temas descubiertos por  los  geógrafos  desde  los  años  1960.  En  definitiva  es  el  espacio  vivido  tal  como es  vivido
realmente,  y  los mecanismos  de  percepción  y  de  ajuste  con  el medio  geográfico  lo  que,  a través  de  todo  ello,  empieza  a  interesar,  enlazando  de  esta  forma  con  los  enfoques fenomenológicos y existenciales.
El  descubrimiento  de  la  dimensión  psicológica  representa,  sin  duda,  un  auténtico
acontecimiento  en  la  ciencia  geográfica,  en  la  cual  si  algo  debe  llamar  la  atención  es precisamente lo tardíamente que este descubrimiento se ha realizado,  teniendo en cuenta los temas  que  desde  su  nacimiento  la  geografía  humana  estudió.  Constituye  un  apasionante campo de exploración científica que obliga al geógrafo a preocuparse por disciplinas científicas
que  hasta  ahora  eran  ajenas  a  su  formación  (la  psicología,  la  semiótica,  la  antropología  cognitiva...) y enriquece así extraordinariamente su  visión  de  la realidad. Al mismo tiempo,  al llevar   el interés hacia el mundo de la experiencia personal realmente vivida, la geografía de la percepción y del comportamiento abrió  en el mismo seno de la geografía cuantitativa una vía que  pronto  se  mostraría  radicalmente  incompatible  con  las  abstracciones  de  los  modelos positivistas.
Desde comienzos de los años 70 la insatisfacción ante el paradigma cuantitativo se extendió en el ámbito de la disciplina geográfica, y algunos de los geógrafos que pocos  años antes habían estado en la vanguardia de aquel movimiento manifestaron ahora su descontento. Así ocurrió con  los  autores  de  lo  que  quizá  sean  las  obras  teóricas  más  importantes  de  la  «nueva geografía» neopositivista, William Bunge y David Harvey,75 que ahora se convierten en líderes destacados  de  la  corriente  crítica.  En  1972  el mismo  Harvey  de  Explanation  in  Geography declaraba que «la revolución cuantitativa ha seguido su curso y aparentemente los resultados son  cada  vez  menos  interesantes»;  y  consideraba  que  las  investigaciones  cuantitativas realizadas sobre problemas como el efecto de la distancia, el alcance espacial de los bienes y servicios distribuidos, o  las  investigaciones con  técnicas estadísticas como el análisis  factorial
«sirven  para  decirnos  cada  vez  menos  sobre  cuestiones  de  escasa  importancia».  También aludía  a  «la  existencia  de  una  clara  disparidad  entre  la  sofisticada  estructura  teórica  y metodológica que estamos utilizando y nuestra capacidad de decir algo realmente significativo sobre  los acontecimientos    tal como se desarrollan a nuestro alrededor». Lo que unos pocos años antes había sido recibido como el verdadero método científico, resulta ahora claramente insatisfactorio y trivial. En la base de este descontento se encuentran problemas reales de los que ahora se toma conciencia y se sienten agudos: el problema ecológico, la segregación social
en  las  ciudades    norteamericanas,  la  guerra  del  Vietnam,    la  revuelta  de  los  negros,  el descubrimiento  de  la  injusticia  y  la miseria  en  la  sociedad  norteamericana,  la  conciencia  de pertenecer a un país imperialista y explotador.
El simple sentimiento de descontento se convirtió pronto en un movimiento crítico «radical».
Una  fecha  significativa  de  la  aparición    de      esta    corriente en  la    geografía estadounidense puede  ser  1969  año  en  que  comenzó  a  publicarse  una  revista  que  con  su mismo  título  ya expresa  su  aspiración  a  situarse  en  los  antípodas  de  la  geografía  que  entonces  se  realiza: Antipode.
Tal como se expreso desde el primer número de «Antipode», el objetivo de la geografía radical aparece  bien  definido:  «Nuestro  objetivo  es  un  cambio  radical,  la  sustitución    de  las instituciones  y  el  ajuste  institucional  de  nuestra  sociedad,    instituciones  que  no  pueden  ya responder a las  cambiantes necesidades societales, que ahogan los intentos para darnos unos patrones de vida más viables, y frecuentemente no sirven más que al propósito de perpetuarse a  sí mismos. No    tratamos    de  sustituir  las  instituciones    existentes  por  otras  que  tomarán inevitablemente las mismas formas;  tratamos  de encontrar una nueva ordenación de medios de acuerdo con un nuevo conjunto de objetivos».
Se  trata, pues, de una  geografía que pretende  ser  comprometida  y  contribuir  a  los  cambios revolucionarios  que  la  sociedad  necesita:  “Creemos  que  los  cambios  revolucionarios  en  el clima  social  y  el medio  físico  son  necesarios  y  posibles.  Creemos  que  los medios  políticos deben  emplearse  primeramente  para  alcanzar  fines  económicos,  pero  que  los  cambios trascenderán eventualmente el dinero y la política (...). Nuevas preguntas deben formularse y nuevos enfoques plantearse antes de empezar a pensar en términos de soluciones. Pero que los geógrafos podemos contribuir a este proceso de una manera  significativa a algo que nos parece evidente”.
El cambio hacia  la geografía  radical procede, en algunas ocasiones, del descubrimiento de  la falta de consecuencias de la geografía académica clásica. A pesar de las declaraciones teóricas que  afirman  que  la  ciencia  geográfica  describe  el mundo  «tal  como  es»,  la  verdad  es  que «cuando  surge  un  clamor  popular  para  que  se  diga  cómo  es  en  realidad»,  la  geografía  no responde. Y ésta es probablemente la más salvable y menos embarazosa cuestión, porque en realidad, la geografía no conoce el mundo «tal cómo es». Como prueba de ello puede aducirse el desconocimiento que la escuela geográfica norteamericana ha tenido de la sociedad negra, o el escaso tratamiento de los graves problemas sociales existentes.
Es  interesante resaltar cómo   el geógrafo contribuye adoptando una serie de principios en su trabajo, entre  los cuales se encuentra el principio de que «las ordenaciones espaciales de  las actividades humanas deben reflejar las necesidades y deseos de los que ocupan las áreas de la sociedad en su conjunto,   y no los estrechos objetivos de la eficiencia económica ni el interés de sólo los propietarios e inversores».
En  cuanto  a  los  temas  estudiados  por  la  geografía  radical,  ha  existido  en  los  primeros momentos  una  especie  de  polarización  hacia  tres  o  cuatro  cuestiones  fundamentales, reflejadas  amplia mente  en  los  trabajos  de  «Antipode»  o  en los readings  ya  existentes.  En primer  lugar,  el  tema  de  la  pobreza  y  de  los  pobres;  a  este  tema  se  dedicó  un  número monográfico  por  «Antipode»  (diciembre  de  1970)  y  otros  se  han  aproximado  a  él  desde  la teoría marxista. El segundo gran tema es el de los negros, norteamericanos  y el de  los  grupos sociales marginales   como los indios. El tercer tema es el de las condiciones de la vida urbana (vivienda urbana, equipamientos, excesiva densificación...) con particular atención a los ghetos urbanos  y  a  cuestiones  nuevas  como  el  problema  de  la  accesibilidad  espacial  y  social  a los  servicios  públicos  esenciales,  o  la  crisis  de  la  vivienda;  la  identificación  de  los  sesgos existentes  respecto  a  estas  cuestiones  en  las  teorías  de    las    ciencias  sociales    y  de  la planificación. El último gran tema es el de la violencia,  los conflictos sociales y la resolución de los conflictos; aparecen así en el campo de Ia geografía estudios inesperados a los que, a pesar de  todo  debe  concederse  la  denominación  de  geográficos,  y  que  incorporan  explícitamente la dimensión espacial;  se  trata de estudios  sobre  la geografía del  crimen,  los desórdenes en los   campus universitarios,   sobre  los   conflictos civiles, sobre  la,  justicia social y  los sistemas espaciales.

GEOGRAFÍA Y MARXISMO
El descubrimiento de esta amplia temática exigía nuevos marcos teóricos de análisis. Fue ése el momento  en  que  el  marxismo    se  reveló  como  un  soporte  adecuado  para  un  enfoque alternativo.
En la geografía norteamericana el inglés David Harvey desempeñó un papel fundamental. En el influyente artículo que escribió en 1972, tras concluir que el paradigma cuantitativo «no está a la altura, está maduro para su derrocamiento». 
Los resultados de esta reflexión colectiva -y, en parte, organizada- empezaron a aparecer poco después. Los trabajos teóricos e informativos sobre los mecanismos económicos básicos de la sociedad capitalista, o sobre la relación dialéctica entre desarrollo e imperialismo, por un lado, y  subdesarrollo  y  dependencia  por  otro,  contribuyeron  a  difundir  entre  los  geógrafos  los enfoques marxistas  o marxianos. De  hecho  se  ha  podido  decir  que  «desde  fines  de  1973  ó 1974  la  geografía  radical  se  ha  hecho  cada  vez más  sinónimo  de  geografía marxista».Como resultado  de  ello  la  bibliografía  geográfica  sobre  ciertos  temas  empezó  a  experimentar  una significativa transformación.
Es  en  ese  momento  también  cuando  los  norteamericanos  descubren  que  en  Europa  la tradición marxista no  se había  interrumpido  tan brutalmente como en su país, y empiezan a conocer  y  utilizar  la  rica  tradición  de  la  ciencia  social marxista  francesa,  alemana  o  italiana (Lefevbre, Althusser, Poulantzas, el español Castells, Samir Amin, Horkheimer, Gramsci...).
En Europa el movimiento radical en geografía inició su marcha a principios de los 70, en parte generado por el propio ambiente intelectual y, en parte estimulado por la llegada de los ecos de  más  allá  del  Atlántico.  En  algunos  países  la  reacción  radical  se  produjo  casi contemporáneamente  a  la  llegada  de  las  tendencias  cuantitativas,  provocando  una  crisis profunda  y  una  confusión  generalizada,  con  incoherencias más  o menos  inevitables.  En  la geografía francesa la toma de conciencia de la necesidad de un cambio radical que permitiera a  la geografía responder a  las necesidades sociales del momento, tuvo una expresión pública en 1973, fecha en que Yves Lacoste escribía: «De hecho, la geografía es hoy rechazada en la medida en que no parece capaz de aprehender los problemas cuya gravedad todo el mundo empieza, más o menos, a sentir debido a la acción de los medios de comunicación de masas. La geografía no parece estar ya en situación de dar una descripción del mundo que responda a nuestras preocupaciones”.
La  idea   de que el espacio es un producto social ha sido, tanta en Francia como en  Italia y en otros  países,  una  de  las  aportaciones  fundamentales  que  los  geógrafos  han  obtenido  de  la relación con la sociología y el urbanismo marxista. La aceptación por parte de los geógrafos de esta noción implica necesariamente partir de la estructura social pura conocer la organización del espacio. Aunque, en principio, nada  impide que esto   se  realice desde   diferentes teorías sociológicas, es cierto que  los geógrafos  radicales han aceptado, en general, utilizar  la  teoría marxista de la sociedad como punto de partida de sus análisis.
La introducción del pensamiento marxista en geografía ha planteado problemas semejantes a los  suscitados  en  otras  ciencias  sociales.  Entre  las  ciencias  sociales,  escribe  Lacoste  «la geografía  es  sin  duda  aquella  en  que  el  análisis  marxista  tiene  más  dificultades  para desarrollarse».  Y  ello  no  por  ninguna  razón  institucional  -que  puede  haberlas,  y  graves- sino por un motivo teórico: la pretendida ausencia de una reflexión marxista sobre el espacio.
En el campo específico del conocimiento geográfico, el discurso marxista supone en todos los casos aceptar  la existencia de relaciones mutuas y complejas entre sociedad y espacio, entre procesos  sociales y  configuraciones espaciales. Peet dice de  forma  tajante que «la geografía marxista  es  la  parte  del  conjunto  de  la  ciencia  que  se  ocupa  de  las  interrelaciones  entre procesos sociales por un lado, y medio físico y relaciones espaciales por el otro». La aceptación de  esta  conexión  entre  sociedad  y  espacio  no  deja  de  ser  un  lugar  común  asumible  desde horizontes conceptuales muy diversos. Lo definitorio y distintivo de las perspectivas marxistas
es  el  que  privilegian  la  dimensión  social,  el  que,  nuevamente  en  palabras  de Peet,  «las relaciones  espaciales    deben  de    ser  entendidas  como  manifestaciones  de  las  relaciones sociales (de clase) sobre el espacio geográfico», el que, en definitiva, el espacio aparezca, con todas sus consecuencias, como un producto social.
Este enunciado tiene de hecho un considerable alcance tanto conceptual como metodológico.
Supone negar autonomía a  lo espacial   y admitir que recibe su contenido y significación de  la sociedad;  que  cada  formación  social  confiere  su  propio  significado  concreto  a  todas  las variables espaciales.
Pero  si  el  espacio  es  la  proyección  de  la  sociedad,  sólo  podrá  ser  explicado  -y  ésta  es  la consecuencia metodológica fundamental de la asunción inicial- desentrañando en primer lugar la estructura y el  funcionamiento de  la sociedad o  formación social que  lo ha producido. Hay que  adquirir  primero  las  claves  del  sistema  de  relaciones  sociales,  hay  que  aproximarse  al estudio espacial a través del análisis histórico de  las bases de  los modos de producción de  la formación social.
En  resumen,  pues,  el  entendimiento,  desde  perspectivas  marxistas,  del  espacio  supone aceptarlo como uno de los resultados de los procesos de producción históricamente actuantes en el seno de las estructuras sociales.
Ciertos autores, en efecto, han señalado que el mismo enunciado del espacio como producto social  no  entraña  ambigüedades  y  se  presta  a  equívocos,  ya  que  quedan  subsumidas  las características  propias  del  espacio,  tanto  organizativas    como  funcionales,  en  una argumentación,  que  remite,  fundamentalmente  al  entendimiento  de  los  procesos  históricos sociales  y  económicos.  Por  ello,  y  desde  campos  de  conocimiento  no  geográficos,  Henri Lefebvre, en  su  obra  sobre  la  producción  del  espacio,  ha  llamado  la  atención  sobre  la necesidad de un entendimiento omnicomprensivo de ambos conceptos: producción no debe
entenderse  con  un  sentido  económico  restrictivo,  sino  incorporando  las dimensiones  de práctica,  percepción,  representación  y  vivencia  del  espacio;    y  en  cuanto  a  éste,    sus posibilidades  cognoscitivas,  aún  circunscritas  a  las  categorías  analíticas  y  explicativas de lo social, deben insistir en los usos que de él se hacen y en sus propiedades cualitativas.
Además,  para  otros  autores más  preocupados  de  la  peculiaridad  de  la  disciplina  geografía, como ciencia del espacio terrestre, necesitaría una teoría espacial marxista, todavía inexistente por la atención que Marx concedió, sobre todo, a las relaciones de producción y a la lucha de clases.

LA GEOGRAFÍA HUMANISTA
La  reacción  antipositivista  inspira  también  la  otra  gran  corriente  de  la  geografía  radical,  la llamada geografía humanista. Se  trata de un movimiento que destaca  los aspectos humanos (antropocéntrica la denominan algunos)  en lo que tienen de más específicamente «humano», es  decir,  los  significados,  valores,  objetivos  y  propósitos  de  las  acciones  humanas.  Como reacción a lo que se considera un enfoque objetivo, abstracto, mecanicista y determinista del hombre,  la  geografía  humanista  propone  un  enfoque  comprensivo,  que  permita  el conocimiento empatético  a  través  de  la  experiencia  vital  concreta.  Significa,  asimismo,  un rechazo de  la  ciencia  tecnocrática,  cuantitativa y analítica, que exalta  la  técnica, glorifica  los números y divide los problemas. Frente a ello postula un enfoque globalizador y subjetivo.
La  geografía  humanista  es  un  desarrollo  lógico  del  descubrimiento  en  geografía  de  la dimensión subjetiva y de la experiencia I personal, realizado por la geografía de la percepción y del  comportamiento.  Los  trabajos  realizados  por  estos  geógrafos  mostraban  que  había desviaciones  acusadas  entre  las  condiciones  de  un medio  y  la  percepción  que  los  hombres tienen de él, que el mapa mental que poseen los individuos no coincide con la representación cartográfica objetiva, que  los recursos eran propiedades evaluadas del medio real en  función
de  las  necesidades  sociales  y  de  la  información  que  un  grupo  humano  dispone. Mostraron también  que  el  espacio  está  lleno  de  significados  y  de  valoraciones,  las  cuales  permiten organizar la visión de un paisaje o tomar decisiones sobre la actividad a desarrollar, y que son estas  valoraciones  las  que  dan  lugar  a  la  aparición  de  un  sentimiento  de  pertenencia  o  de rechazo respecto a un lugar.  
El  objetivo  del  geógrafo  es  ahora  la  comprensión  a  través  del  contacto  con  los  hechos.  La realidad   sólo   puede conocerse desde dentro, con un conocimiento empatético. Se insiste en que  el  investigador  no  puede  estar  distante  y  pretender  ser  objetivo,  sino  que  tiene  que meterse  dentro  y  considerarse  dentro,  comprometido  con  lo  que  estudia.  Mediante  las entrevistas se  intenta “llegar a ser parte de sus vidas y establecer una auténtica relación con ellos, no meramente como investigador, sino como un individuo humano que está sujeto a las mismas  intemperancias,  frustraciones, debilidades, alegrías y pesares”.  La autenticidad en  la
aproximación,  el  compromiso,  la  investigación  lenta  y  desde  dentro,  el  uso  de  métodos antropológicos  son  la  base  de  lo  que  ha  sido  denominada  la «observación  participante»  o «trabajo de campo experiencial», que ahora se vuelve a valorar en la geografía. El  método es decididamente, inductivo, hay que partir de la observación, y procurar no llevar ideas previas, dejar que los hechos hablen por sí mismos para realizar después una inferencia inductiva.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Las complejas y variadas  tendencias que hemos expuesto anteriormente configuran  -con  sus diferentes  propuestas,  sus  oposiciones,  sus  puntos  de  contacto  y  sus  respectivas prolongaciones- el panorama del pensamiento geográfico actual. Un panorama que, a pesar de todo,  se  encuentra  todavía  lejos  del  acuerdo  suficientemente  generalizado  sobre  la caracterización -epistemológica, conceptual y metodológica- del conocimiento geográfico.
 Se pude afirmar, provisionalmente, una cita de Ernst Cassirer. En su obra sobre El problema del conocimiento examina la contraposición entre los dos «grandes ideales del conocimiento» que se enfrentan en el siglo XIX, a saber el ideal de las ciencias matemáticas de la naturaleza y el  ideal  que  proclama  la  primacía  del  conocimiento histórico.  Este  filósofo  concluye  que  «la filosofía  crítica  en  vez  de  pronunciar  un  fallo  favorable  a  uno  de  los  litigantes,  tiene  que contentarse  con  comprender  y  defender  los  intereses  de  ambos»,  ya  que  «si  bien  las  dos posiciones  se  excluyen  entre  sí  en  cuanto  dogmas,  consideradas  como  principios  y orientaciones  del  conocimiento  no  sólo  pueden  coexistir,  sino  que  se  complementan  mutuamente». 
Es probable que sea ésta la actitud más adecuada para aquellos que al examinar las polémicas de  la  geografía  contemporánea  reconocen,  a  la  vez,  la  validez de  los  argumentos de unos y otros  contendientes.  Para  los  que,  en  cambio,  se  inserten  decididamente  en  una  de  las concepciones  en  liza,  el  examen  atento  de  la  racionalidad  de  la  parte  contraria  le  permitirá rectificar  las  propias  convicciones  y  aceptar  la  parte  de  razón  en  las  críticas  que  les dirijan los contrarios.



Fuentes:
-Capel,  H.  (1984).  Filosofía  y  Ciencia  en  la  Geografía  Contemporánea.  Ed.  Barcanova. Barcelona.

-Gómez  Mendoza,  J.;  Muñoz  Jiménez,  J.  y  Ortega  Cantero,  N.  (1982).  El  pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y antología de textos. Ed. Alianza. Madrid.

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Ciudades:

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